Quisiera comenzar diciendo que esta entrada tenía que haber llegado antes, pero por culpa de las fiestas, de trabajar en un centro comercial que abre de Lunes a Domingo, me ha sido más que imposible; mira que es de las que mas ganas tenía de transmitir puesto que trata de aquella noche, de aquel descubrimiento… ¡la San Silvestre!.
Cuando se decidió participar en ella, era la primera vez que yo escuchaba algo sobre este tema (y mira que de las cosas de mi pueblo estoy yo “mu” puesta), dado que no es mi fuerte disfrazarme de primeras no me causó mucha euforia, pero a medida que las cosas se iban desencadenando toda esa ilusión de un trabajo en equipo, hizo que la idea me pareciera fascinante.
Cuando se decidió el disfraz y más o menos como hacerlo, nos pusimos las pilas, para mi otro reto, puesto que yo las manualidades no las controlo mucho y si hablamos de la costura ya “apaga y vámonos”, a base de tardes principalmente con mis compis de tarea Mareta y Fani, le dimos forma, el cuerpo negro, la parte blanca, las aletas surgieron de improvisto, el pico…hasta hacer un, ¡pingüino!, una vez hecho el primero, los demás era “copiar, cortar y pegar”; lo que sin duda me tenía mas despierta, mas ilusionada era poder hacer partícipe de esta experiencia a ese personajillo tan importante en mi vida, a mi sobrina Sofía.
En muy poco tiempo (como todo, porque desde nuestra creación parece que funcionamos mejor con poco tiempo de planificación jeje) conseguimos realizar todos los disfraces, ayudar a nuestros compañeros a hacérselo para que todo saliese como habíamos planeado, el llevar a nuestros peques, hacía que todos estuviésemos deseando que llegara ese día, con sobrinos e hijos participando en esta actividad.
Unos de esos días, en mi casa Sofía me preguntó: “Tita, ¿y si después de tanto trabajo no ganamos?” y yo le conteste con esa respuesta predeterminada que tenemos los adultos para estos casos…”no pasa nada, porque nos hemos divertido haciéndolo y seguro que cuando participemos nos lo vamos a pasar pipa”; no sabía yo la verdad de esas palabras…hasta que llegó ese día.
Cuando nos vimos todos en las palmeras lo mejor de cada uno era esa sonrisa que llevábamos en la cara, que aunque íbamos con pasamontañas todos sabemos que la teníamos, cuando comenzamos la carrera intentando andar como pingüinos y nuestros peques imitándonos, lo mejor era saber que a la gente se lo estábamos haciendo pasar genial, ese momento de unión y de diversión con una cosa tan simple como “una carrera popular”.
Llegamos a la meta, lo conseguimos y nuestros peques con nosotros, haciendo referencia a “lo importante es participar…” pero… ¿a quien no le gusta ganar?, un esfuerzo recompensado, una idea valorada, un trabajo en equipo que acaba en victoria…¡¡¡un triunfo!!!.
Triunfo como el de nuestra compañera Rosario Sánchez, que se marcó una fabulosa carrera e hizo podio como “CAMPEONA” de su categoría. Y sin olvidarnos del carrerón que hizo Miguel Ballesteros, padre de todos los pingüinos.
Cuando dijeron que habíamos ganado el primer premio dimos brincos de alegría, subimos mas ilusionados que los pequeños el día de Reyes, levantamos nuestra copa al nombre de nuestra Asociación Run & Run, sabiendo que otro proyecto más hecho con cariño más que otra cosa, había salido bien, había dado sus frutos, para mi los mejores frutos han sido los personales, esa experiencia que me llevo y que disfruté como una enana, y una vez más quiero dar gracias poder compartirlo con este grupo, con esta “mi familia de pingüinos runruneros”.
Solo me faltó mi pingüino, ese que trabaja en la sombra como el que más, el que ese día no estaba de espectador, sino que estaba con todos nosotros disfrutando de ese momento.
Un abrazo a todos!
Rocío Jiménez Cabrera
Pingback: San Silvestre?? « RUN&RUN MOTRIL